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Un empleo no es un trabajo
Cualquier persona que lleve un cierto tiempo trabajando sabe perfectamente que no es exactamente lo mismo un empleo que un trabajo. De la misma forma que no es comparable el estar ocupado haciendo cosas que el estar realizando algo. Puede que el desgaste sea parecido, pero no es lo mismo.
En el mundo empresarial se dan ambas situaciones y muchas otras ambiguas que están a medio camino de las dos. En realidad la única diferencia es totalmente subjetiva: consiste en el reconocimiento interno de lo que se está haciendo y la valoración íntima y consciente de cómo se siente uno haciéndolo.
En el fondo, todo tiene que ver con la relatividad de Einstein, diez segundos tocando agua hirviendo nos parecen eternos, hacer el amor con la persona que amamos una hora nos parecerá un instante.
Todo parece relativo, pero lo cierto es que en el trepidante mundo empresarial no puede perderse tiempo ya que todos los momentos tienen un coste y alguien finalmente debe pagar su precio.
Cuando se trata de elegir a alguien para que haga un trabajo, y ponemos en marcha un proceso de selección siempre queremos acertar. Nos gustaría saber que estamos delante de la persona que buscamos y nos duele dedicar tiempo a la persona equivocada.
Actualmente abundan en demasía aquellas personas que corren detrás del dinero como si fuera el único fin de su dedicación a una labor profesional. Nadie critica el legítimo derecho a ganarse la vida pero por desgracia poca gente está dispuesta a dar algo más que horas de su vida a cambio del salario.
En realidad abundan los empleados y faltan los trabajadores, y con ello no pretendo fomentar una corriente altruista ya que todos estamos inmersos en un mundo laboral que debe proporcionarnos además de una posibilidad de realización, determinados estipendios para acceder a una vida digna.
Pero por otra parte, no deseamos contratar a personas para los que el reloj es mucho más que el testigo del tiempo, no queremos tener colaboradores avaros de regalar minutos a la empresa, pendientes de la ecuación permanente, me das y doy, pues, el/la profesional que necesita la empresa del futuro deberá ser generoso/a con su horario y con los conocimientos que desee compartir.
Se busca gente dispuesta a implicarse en un proyecto profesional, capaz de multiplicarse para atender al cliente y a sus compañeros, que para ellos la formación represente mucho más una oportunidad que una obligación, que se sientan parte de un proyecto común y no como simples contratados.
En realidad en cada una de las cosas que hacemos en la vida, siempre tenemos la oportunidad de estar como protagonistas o bien como meros espectadores. El que aspira a ser simplemente empleado será como aquel que se ríe por el contagio de las carcajadas de los demás, pero jamás sabrá contar sus propios chistes.
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